Érase una vez...

Érase una vez, hace mucho, mucho, mucho tiempo en un lugar muy, muy, muy lejano, nació una niña en una familia feliz.
La niña pasó su infancia jugando, riendo, correteando por aquí y por allá... Con amigos, familia y gente que la quería.
De repente, un día, sus padres decidieron separarse. Esta, desde aquel momento cambió. Ya no era la misma niña risueña como antes, de echo, pasaba las horas llorando, encerrada en casa. Ya ni tenía amigos, todos la habían dejado de lado por estar siempre triste. La insultaban y rechazaban. Incluso su familia ya no la quería. Su madre, no era feliz con ella, al igual que ella con su madre. Tan solo le quedaba su padre, pero la mala noticia es que su padre estaba con una malvada bruja, que la apartaba de él y le hacía la vida imposible.
La niña pasaba los días sola, refugiada en su cuarto. Se hizo mayor en segundos, sin que nadie se diese cuenta. Los insultos de los demás niños eran aún mayores, el rechazo de su familia seguía ahí. Pero algo cambió, su padre, ahora había encontrado a otra dama, más generosa con la niña, y a la que le había dado, no solo una hermana, sino una razón para seguir a delante. Seguían dejándola de lado, si, pero ahora tenía un motivo para no acabar con todo. 
La vida seguía igual, hasta que un día, la niña, ya no tan niña, encontró a un chico que por un momento, la hizo sonreír. Pero eso solo fue un momento. Éste se llevó una de las cosas más importantes sin que ella quisiese, y la dejó rota, dolida, incluso más que antes. Poco a poco, fue mejorando, hasta que de nuevo, otro chico la volvió a fallar. Era tan grande la ilusión... Después de estas dos grandes decepciones, se prometió jamás volver a sentir lo mismo, y hasta el momento, lo ha cumplido.
La vida no ha sido fácil, ni ahora ni nunca. Los insultos aún siguen vigentes, pero ya solo son rumores que se oyen a lo lejos. Ahora, lo más importante es luchar por conseguir sus sueños que son lograr la felicidad que siempre ha deseado y una vida con amor, mucho amor.
FIN.

 Las apariencias si que engañan. Puedes sonreír, porque con el paso del tiempo has aprendido a hacerlo, pero no siempre esa sonrisa es verdadera.